jueves, 15 de agosto de 2013


15 de agosto: La Asunción
    Día lleno de recuerdos y sentimientos. De niño, se sentía la fiesta grande, “Nuestra Señora de agosto” para unos, “La Virgen de agosto” para otros, y para muchísimos oportunidad para festejar, religiosamente también, y agradecer por los frutos de la cosecha que ya estaban en casa.
     En la época de estudiante, en Carrión de los Condes, la celebración era por todo lo alto. Es la fiesta patronal del Instituto Marista. Y que era fiesta grande, se notaba en la misa y en la mesa. Y por ser el día señalado, desde hace tantos años, en que se abría la veda de la codorniz, ahí estábamos correteando a las crías por los rastrojos linderos a la carretera de Carrión a Villoldo. No era lo más importante volver con algún ejemplar, lo interesante era correr tras las codornices que, asustadas por el ruido, levantaban vuelo a cada paso.
    Y en este punto, mucha pena me ha dado cuando he coincidido en visita de la familia, ver abandonados perros que ya no sirven para sus dueños, para esos cazadores que llegaron llenos de municiones en plan de divertimento y que regresan con muy poca caza debido no tanto a su falta de pericia cuanto a que ya casi no queda en el campo esa hermosa clase de aves.
    Hace un año, los recuerdos, los buenos recuerdos como marista, renacieron en Manziana, Italia, donde tuve la suerte de compartir durante dos meses con hermanos de la tercera edad. La fiesta fue grande en todo sentido; se unieron a nosotros los hermanos residentes en la casa general y, en familia, festejamos a La Buena Madre en su advocación de la Asunción.
    Teníamos en Carrión tres libros de cantos: “el español”, con tapas color teja; “el mejicano”, color negro y más pequeño y el “laudate” de pastas verdes y con todos los motetes en latín. Del “español” recuerdo muchas canciones señaladas para los diferentes tiempos litúrgicos. Había unos villancicos hermosos de verdad. Pero para este día, 15 de agosto, Nuestra Señora de la Asunción, había una canción, un poema, con un ritmo y contenido orante que no he podido olvidar nunca. De vez en cuando me viene, especialmente en este mes, aquella melodía y la canto para mis adentros con el mismo sentimiento y emoción de los años chicos y no tan chicos. Dice así en la primera parte: Blanca paloma que subes / de paz dulce mensajera / cruzando la azul esfera / para llegar hasta Dios. / No nos dejes en el valle / que es todo llanto y tristura. / Duélate nuestra amargura / Madre, llévanos en pos.
    Y en esta región del sur del Ecuador, en donde me encuentro, el 15 de agosto es día grande para todos los fieles devotos de la Virgen con la advocación de Nuestra Señora del Cisne. Hermoso santuario enclavado en lo alto de la cordillera y a donde llegan devotos de todo el país, incluso de Colombia y Perú. Desde mañana comenzará la peregrinación de la imagen seguida de los devotos, su camino hasta Loja, en tres etapas. El 20, cuando peregrinen desde Catamayo a Loja, unos 30 kilómetros, la multitud impresiona. Es la fe sencilla de mucha gente de la que no falta quien se  mofe en estos tiempos que vivimos.
    Al cielo vais, Señora, /y allá os reciben con alegre canto. / ¡Oh quién pudiera ahora /asirse a vuestro  manto / para subir con vos al monte santo!

Volved los blandos ojos, / ave preciosa, sola humilde y nueva, / a este valle de abrojos, / que tales flores lleva, / do suspirando están los hijos de Eva. (Himno de las segundas vísperas de la fiesta)

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